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Mujer Maravilla clichés y efectos especiales

  • Rodrigo Blanco
  • 19 jun 2017
  • 2 Min. de lectura

La película de la Mujer Maravilla, finalmente llegó y trajo consigo una oleada interesante de críticas al respecto, la mayoría se dirigen al propósito de la película, sus fallas y sus triunfos, al menos aquellos que conciernen a la equidad de género y la lucha feminista. Pero creo que la película tiene algunos detalles que son repetidos y que no tienen nada que ver con el típico discurso de las relaciones entre hombres y mujeres.


Tenemos algunos chistes dejados al aire, que se resuelven con facilidad y que invitan al público a encariñarse con los personajes secundarios, el tema es que dichos personajes ya son encantadores sin necesidad de incluir la broma. Otro detalle que observaremos en esta cinta es que los enemigos son muy poco odiables, en cierta forma porque los aliados de Diana Prince tienen tanta sangre en sus manos cómo ellos y quizá por la pasión con la que realizan su actuar.


No es la primera vez que proponen enemigos con tanta posibilidad de ser amados, aunque esa incapacidad de ser odiados por el público les impide ser antagonistas completos. Otro error que se presenta es que ningún enemigo conoce el potencial y la identidad de su contendiente, salvo el némesis final, Ares, y eso resta intensidad a las acciones de los lacayos.


Prácticamente el enfrentamiento entre el héroe y el boss de la mazmorra se ve precedido de un par de charlas y charamuscas que terminan rápidamente, después un abuso en los efectos especiales para la batalla final; pudo ser más con menos arreglos, pero decidieron darle casi todo el peso al diseño digital, en lugar de apostar por la actuación.


Otro cliché es el sueño bohemio del fin de la guerra, ese recurso que es vendible si quienes lo desean están en el bando de los aliados y la inmediata reivindicación de los soldados alemanes al derrotar al dios de la guerra… la historia se cuenta sola. Pero compremos el argumento, sigue el sacrificio personal por el bien común, el cliché más visible de todos, aunque parece que ningún estratega de guerra sea capaz de pensar en él como una opción.

Sí, la discusión sobre la película sigue latente, y es válido colocarse en la posición del escenario que deseemos, solo hay un recordatorio: En una lucha ideológica no se gana con armas ni humillando al otro, sino demostrando que nuestro conjunto de valores es más sólido y brinda mejores resultados. Lo demás es pura vanidad. Aunque por supuesto el público tiene la palabra, si no estás de acuerdo no dudes en dejarnos tu comentario. Gracias por tu tiempo, hasta la próxima.


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